La higiene dental en los niños es uno de los temas que más preocupan a los padres (o que deberían hacerlo). No en vano, el énfasis con el que se afronte todo lo relacionado con la higiene bucodental en las edades más tempranas puede determinar la salud futura de los niños, creando, además, una serie de buenos hábitos de higiene dental que tienen positivas aplicaciones en otros aspectos de la salud en general. En este sentido, la actitud de los padres con el niño se antoja como el aspecto más determinante a la hora de inculcar dichos hábitos. No se trata de causar miedo sino de despertar interés.
Enseñarles a cuidarse bien desde el principio
Los padres deben buscar las formas más efectivas para que los más pequeños tomen conciencia de la importancia de la higiene dental. Los estímulos pueden llegar por distintas vías pero es preferible optar por técnicas de refuerzo positivo, esto es, por aplaudir los buenos comportamientos. Así, es preferible destacar lo bien que está cepillarse los dientes antes que lanzar amenazas sobre lo que ocurrirá si no se actúa de este modo. Dado que se trata de un procedimiento que el niño debe realizar varias veces al día durante toda su vida, mejor no afrontarlo con la sombra del castigo.
Una vez sentadas las bases para crear un ambiente agradable, es el momento de introducir las principales técnicas para conseguir una buena higiene dental. Contrariamente a lo asumido por la mayoría de padres, la higiene dental en los niños no arranca con los primeros dientes sino que hay que ir preparando el terreno para que estos se desarrollen debidamente. Evitar el uso de chupetes edulcorados, esto es, cuando el padre moja el chupete en alguna sustancia dulce, es un buen primer paso en este sentido. Con las primeras piezas dentales puede comenzar a utilizarse un cepillo de cabezal pequeño y suave para la higiene dental.
A medida que el niño va creciendo y va tomando más conciencia de todo aquello que hace y le rodea, es necesario enfatizar el componente psicológico de la higiene dental. Hay que introducir nociones como que cepillarse los dientes es una rutina imprescindible del día a día, que la salud empieza en la boca o que los dientes que le están saliendo también deben alimentarse (todo ello en sentido figurado, obviamente). Para una higiene bucodental completa puede comenzarse a utilizar determinados tipos de flúor poco agresivos, con sabores más agradables para el pequeño, aunque no es tan aconsejable empezar con el hilo dental.
El niño no puede vincular la higiene bucodental como algo exclusivamente de su incumbencia. Por ello, los padres tienen que tratar de seguir los mismos hábitos que sus hijos. Si se establece que la higiene dental es un compromiso compartido por toda la familia, la adquisición de buenas prácticas se llevará a cabo de manera más rápida y efectiva. En consecuencia, los padres pueden turnarse para acompañar a los niños en sus primeros pasos con el cepillo de dientes, dejando poco a poco que el pequeño cumpla con sus obligaciones de higiene dental de manera más autónoma.
¿Qué más podemos hacer para ayudar a nuestro peques?
En cualquier caso, no hay que acortar los plazos aunque se observe que el niño ha adquirido una gran destreza en sus rutinas de higiene dental. Para evitar que el cepillado no se lleve a cargo correctamente, con el consiguiente riesgo de viciar esta práctica, el adulto debe acompañar al pequeño en estas tareas de higiene bucodental hasta los 8 o 9 años. Por supuesto, a medida que el niño madure hay que seguir trabajando con otros aspectos de la higiene dental. Cepillarse los dientes después de cada comida siempre que sea posible no es solamente una opción.